Hoy quiero hablarles del asiento, esta vez un poco enfocado en su uso adecuado para el salto.
Un buen asiento es la base fundamental para que el jinete pueda con total independencia utilizar las otras ayudas naturales (manos y piernas) y naturalmente su propio peso además de las artificiales y secundarias como la voz, las caricias, fusta, espuelas, muserolas, etc. Un buen asiento depende de la posición del jinete en la montura, de la oblicuidad de sus muslos, de la dirección hacia adelante de ellos, de la tendencia constante a bajar la rodilla, de mantenerla en contacto con la montura, de la firmeza de la pantorrilla caída naturalmente y ceñida al costado del caballo siempre con ligereza, dependiendo de la sensibilidad de este y del sentimiento del jinete la presión más o menos fuerte de sus muslos y pantorrillas, que harán más o menos sólido el asiento del jinete. El llegar a adquirir un buen asiento requiere sacrificio y fuerza de voluntad, horas de trabajo en postura no cómoda todavía, hasta que, al dominar esta técnica, el estar sentado es cómodo y placentero, es descanso por haberse habituado a él, es postura tan cómoda como si estuviera sentado en una silla en su casa viendo cualquier programa de televisión o leyendo un atractivo libro. Esta posición de sentado con naturalidad y comodidad hará realidad el efectuar cualquier ejercicio con facilidad, secundar los cambios de equilibrio sin bruscas oposiciones, sin provocar molestias, con suavidad y hasta con perfección, que será la meta deseada. Hemos apuntado que es fundamental la posición del muslo, rodilla y pantorrillas y estos son tres puntos de apoyo, que forman el triángulo de sustentación del peso del cuerpo, que ya lo habíamos apuntado cuando hablemos del principio fundamental de la equitación, «fijeza y buena colocación del peso». Este triángulo sustentador descansará sobre los estribos, pero se insiste en decir que «descansa», no es punto de sustentación, pues el sustentarse sobre los estribos nos llevaría a un equilibrio totalmente inestable. Sobre un solo punto no hay más equilibrio que el circense, como el movimiento de una peonza que al disminuir la velocidad de giro tiende a caerse, hasta llegar a ello una vez que la velocidad de la peonza llega a ser nula. Hemos calificado al asiento como responsable del peso del cuerpo del jinete y por lo tanto como una ayuda natural, esta refuerza a las otras y su papel es bastante importante, aunque poco reconocido. Veamos un jinete que lleva el cuerpo detrás de la vertical, fijo en la montura. Con su peso contribuirá e inducirá a que el caballo vaya hacia delante. Si el cuerpo se lleva hacia atrás, con las piernas empujando mediante fuertes presiones y cediendo las riendas, puede llegar a solucionar el caso de no querer acercarse a un objeto u obstáculo que le haya producido miedo. El cuerpo llevado en la dirección del movimiento de costado refuerza la acción de la pierna exterior, porque el caballo se esfuerza siempre en avanzar hacia el centro de gravedad del jinete. Del mismo modo que un hombre que lleva a otro sobre su espalda se irá hacia la izquierda y no hacia la derecha si el que hace el fardo se inclina del lado izquierdo.
Para la doma clásica es importante estas ayudas del peso, que se reparten según los movimientos. Al volver a derecha o izquierda, comprueba que el peso del cuello y cabeza del caballo recae sobre una y otra espalda desigualmente, circunstancia a tener en cuenta para el igual desarrollo del caballo. Un caballo montado, sostiene su masa y el peso del jinete entre 50 Y 80 kg aproximadamente si pesamos a una amazona y a un jinete medio. Esa presión del peso de los cuerpos de ambos puede contribuir poderosamente a modificar el equilibrio del conjunto a pesar de las ayudas. En el paso, parada, vueltas, giros, apoyos, el jinete bien colocado sobre sus muslos, rodillas y pantorrillas, actuando correctamente con sus manos en el sentido del movimiento puede facilitar y reforzar la obediencia del caballo, acción muy interesante en el principio de la doma de un potro. Estos desplazamientos del peso del jinete deben ser discretos cada vez más invisibles, a medida que avanzamos en la doma, hasta llegar a ser totalmente invisibles en la equitación superior y en la doma clásica de competición, llegando con el asiento solamente a pesar sobre un lado más que sobre el otro. En la quitación del salto, el asiento debe ser muy fijo e ir siempre dispuesto a empujar hacia adelante, «tomando el asiento» y no adelantándolo, lo que ocasionará una pérdida de acción y hasta la parada. Para atacar un obstáculo se debe tomar el asiento, si no hay seguridad de que el caballo está franco a él, si por el contrario el caballo es franco podemos elevarlo ligeramente para no recargar demasiado el tercio posterior aumentando la velocidad, el ejemplo lo tenemos en las carreras de caballos, donde el asiento por la velocidad siempre va elevado y sin contacto con la montura.
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