miércoles, 3 de mayo de 2023

El asiento como una ayuda más.



Hoy quiero hablarles del asiento, esta vez un poco enfocado en su uso adecuado para el salto. 
Un buen asiento es la base fundamental para que el jinete pueda con total independencia utilizar  las otras ayudas naturales (manos y piernas) y naturalmente  su  propio  peso  además  de  las  artificiales  y  secundarias  como la voz, las caricias, fusta, espuelas, muserolas, etc. Un buen  asiento depende de la posición del jinete en la montura, de  la oblicuidad de sus muslos,  de la dirección  hacia adelante de ellos, de la  tendencia constante a bajar la rodilla, de mantenerla en contacto con la montura, de la firmeza  de  la  pantorrilla  caída  naturalmente  y ceñida  al costado  del  caballo siempre con  ligereza, dependiendo de la sensibilidad de este y del sentimiento del jinete  la presión más o menos  fuerte de  sus  muslos  y pantorrillas, que harán más o menos sólido el asiento del jinete. El llegar a adquirir un buen asiento requiere sacrificio  y  fuerza  de  voluntad,  horas  de  trabajo  en  postura  no  cómoda  todavía,  hasta  que, al dominar esta técnica, el estar sentado es cómodo  y placentero, es descanso  por haberse habituado a él, es postura tan cómoda  como  si estuviera sentado en una silla en su casa viendo  cualquier programa  de  televisión  o  leyendo un atractivo libro. Esta posición de sentado con naturalidad y comodidad  hará realidad  el efectuar cualquier ejercicio con facilidad, secundar los  cambios de equilibrio sin  bruscas  oposiciones,  sin  provocar  molestias,  con suavidad  y hasta  con  perfección, que será  la meta deseada. Hemos  apuntado  que es fundamental la posición del muslo, rodilla y pantorrillas y estos son tres puntos de  apoyo, que forman el triángulo de sustentación del peso del cuerpo, que ya lo habíamos apuntado cuando  hablemos  del principio fundamental  de  la  equitación,  «fijeza  y  buena  colocación del peso». Este triángulo sustentador descansará sobre  los  estribos,  pero  se  insiste en  decir  que «descansa»,  no  es  punto de  sustentación,  pues  el sustentarse sobre los estribos nos llevaría a un equilibrio totalmente inestable. Sobre un solo punto no hay más  equilibrio que el circense, como  el movimiento de una peonza que al disminuir la velocidad  de giro tiende a caerse, hasta llegar  a ello una vez que la velocidad de la peonza llega a ser nula. Hemos  calificado  al  asiento  como  responsable  del  peso  del  cuerpo  del jinete y por lo  tanto como  una ayuda natural, esta refuerza a las  otras y su papel es bastante importante, aunque poco reconocido. Veamos  un  jinete  que  lleva  el  cuerpo  detrás  de  la  vertical,  fijo  en  la  montura. Con su peso contribuirá e inducirá a que el caballo vaya hacia delante. Si el cuerpo se lleva hacia atrás, con las piernas empujando  mediante fuertes presiones y cediendo  las riendas, puede llegar a solucionar el caso de no querer acercarse a un objeto u obstáculo que le haya  producido miedo. El  cuerpo llevado  en la dirección  del  movimiento  de costado refuerza la acción de la pierna exterior, porque el caballo se esfuerza siempre en avanzar hacia el centro de gravedad del jinete. Del mismo  modo  que un hombre que lleva a otro  sobre su  espalda  se  irá hacia  la izquierda  y no hacia la derecha si el que hace el fardo se inclina del lado izquierdo. 
Para la doma clásica es importante  estas ayudas del peso, que se reparten  según los movimientos.  Al volver a derecha o izquierda, comprueba que el peso  del  cuello  y cabeza del  caballo recae  sobre  una y otra espalda desigualmente, circunstancia a tener en cuenta para el igual desarrollo del caballo. Un caballo montado, sostiene su masa y el peso del jinete entre 50  Y  80 kg aproximadamente  si  pesamos  a una amazona  y a un jinete medio.  Esa presión  del peso  de  los  cuerpos  de  ambos  puede contribuir poderosamente a modificar el equilibrio del conjunto a pesar de las ayudas. En el paso, parada, vueltas, giros, apoyos, el jinete bien colocado sobre sus muslos, rodillas y pantorrillas, actuando correctamente con sus manos en el sentido del movimiento puede facilitar y reforzar la obediencia del caballo, acción muy interesante en el principio de la doma de un potro. Estos  desplazamientos del peso del jinete deben ser discretos cada vez más invisibles, a medida  que avanzamos  en la doma, hasta llegar a ser totalmente  invisibles en la equitación superior y en la doma clásica de competición,  llegando con el asiento solamente a pesar sobre un lado más que sobre el otro. En  la  quitación  del  salto,  el  asiento  debe  ser  muy  fijo  e  ir  siempre  dispuesto a empujar  hacia adelante, «tomando  el asiento» y no adelantándolo,  lo que ocasionará una pérdida de acción y hasta la parada. Para atacar un obstáculo se debe tomar el asiento, si no hay seguridad  de que el caballo está franco a él, si por el contrario el caballo es franco podemos elevarlo ligeramente para no recargar demasiado  el tercio posterior aumentando la velocidad,  el ejemplo lo tenemos en las carreras de caballos,  donde  el asiento por la velocidad  siempre va elevado y sin  contacto con la montura.